El amor que dejamos atrás by Rebecca Yarros

El amor que dejamos atrás by Rebecca Yarros

autor:Rebecca Yarros [Yarros, Rebecca]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-21T00:00:00+00:00


18

Mayo de 1941

North Weald, Inglaterra

Habían pasado casi ocho semanas y la luz en los ojos de Constance seguía apagada. Scarlett no podía presionarla, no podía aconsejarle nada, no podía hacer otra cosa que ser testigo del duelo de su hermana. Sin embargo, le pidió que se trasladara con ella a North Weald. Era lo más egoísta que había hecho en su vida, pero no sabía cómo ser mujer y hermana al mismo tiempo, y las dos estaban sufriendo.

Aunque no tenía relación con sus padres desde que se había casado con Jameson contra la voluntad de ellos, mantuvieron ese distanciamiento dentro de la familia y movieron los hilos necesarios para que se aprobaran tanto la solicitud de traslado a North Weald de Scarlett como la de Constance.

Llevaban un mes en su nuevo destino. Aunque Scarlett alquilaba una casa fuera de la base para las noches en las que Jameson podía obtener un permiso y dormir fuera del cuartel, Constance eligió alojarse con las otras oficiales de la WAAF en las barracas de la base.

Por primera vez en su vida, durante toda una semana Scarlett vivió total y completamente sola. Sin sus padres, sin su hermana, sin las chicas de la WAAF, sin Jameson. Él estaba a más de una hora de distancia, en Martlesham-Heath, pero volvía a casa, si podía llamarse así, siempre que conseguía un permiso. Entre su preocupación por Constance y el miedo de que algo le sucediera a Jameson, vivía con náuseas constantes.

—En realidad, no tienes que hacerlo —le dijo Scarlett a su hermana al tiempo que se arrodillaba sobre el suelo que la primavera acababa de descongelar—. Quizá todavía sea pronto.

—Si se muere, se muere —respondió Constance encogiéndose de hombros. Luego continuó excavando con la pala, preparando el espacio para un pequeño rosal que había trasladado del jardín de sus padres cuando estuvo de permiso ese fin de semana—. Es mejor intentarlo, ¿no? Quién sabe cuánto tiempo nos quedaremos aquí. Quizá reubiquen a Jameson…, o a nosotras. Tal vez solo a mí. Si continúo esperando que la vida me brinde las circunstancias más oportunas para vivirla, nunca lo haré. Así pues, si se congela y muere, al menos lo habremos intentado.

—¿Puedo ayudar? —preguntó Scarlett.

—No, ya casi he terminado. Tendrás que recordar regarlo con frecuencia, pero no mucho. —Terminó de remover la tierra en un extremo del jardín—. La planta te lo dirá, solo observa las hojas y cúbrelo si de noche hace frío.

—Eres mucho mejor que yo para esto.

—Tú eres mejor que yo para contar historias —dijo Constance—. La jardinería se aprende, igual que las matemáticas o la historia.

—Tú escribes bastante bien —respondió Scarlett.

En la escuela siempre sacaban notas muy parecidas.

—Gramática y ensayos, seguro —concedió su hermana pequeña mientras se encogía de hombros—, pero ¿argumentos, tramas? Tú tienes mucho más talento. Si de verdad quieres ayudar, siéntate ahí y cuéntame una de tus historias mientras planto a esta pequeña.

Formó un montículo de tierra al fondo del agujero, colocó encima la corona de las raíces y midió la distancia hasta la superficie.



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